Al final nos hemos atrevido con la última frontera del panadero casero avezado: la masa madre. La nuestra, que es ya una más en casa, se llama Gurgah, nombre que refleja su naturaleza: lo que más le gusta es hidrolizar polisacáridos y devorarlos lentamente, produciendo gases, ácidos y alcoholes.
Hacer el pan con la masa madre conlleva planificación y ganas de ponerse, pero el resultado es muy satisfactorio.
Madre del amor hermoso. Menudo corte que tiene la hogaza. ¡Muero! =__)
ResponderEliminarWayaiu rules!
ResponderEliminar